lunes, febrero 19, 2007

Dieu sauve la teen

Todo sobre la nueva película de Sofía Coppola ya está dicho: el punto de vista no es el histórico sino el de una adolescente con ganas de divertirse, no hay una búsqueda de realismo sino que, todo lo contrario, arma un mundo de fantasía a la medida de una chica de 15 años, que tiene una estética pop, que es posmoderna y usa música de los '70 y '80 en el siglo XVIII, y un largo etcétera (en un rápido plano se ve, entre todos los pares de zapatos que la muchacha y sus amigas se prueban, unas zapatillas de tela celestes). O sea, simplemente se puede tomar como la historia de una adolescente de hoy hace más de 200 años. Pero no cualquier adolescente.
Al salir del cine, lo primero que se me ocurrió que hay una vocación aristocrática en los menores de 25 años de hoy, por poner una edad. Por lo menos en Argentina. Claro que la idea del adolescente consumista se rastrea desde que existe una cultura adolescente, desde la década del '50, aunque hoy no es lo mismo que hace medio siglo. La juventud primero se distanció de sus padres y luego de la política tradicional y del Estado represor. Después se volvió sobre si mismo, se terminaron las utopías y volvió a su cultura fabricada por el mercado. Hay que preguntarse si alguna vez dejaron el mercado, pero en los '60 y '70 querían cambiar al mundo. No pienso hacer una apología nostálgica sobre que esos tiempos eran mejor, porque tampoco se si necesariamente lo fueron. La juventud dejó de ser un factor de lucha colectiva y pasó a la lucha individual por la supervivencia; guste o no guste, en la lucha de décadas entre capitalismo vs. socialismo el primero sacó ventaja sobre el segundo y ya nada escapa a él. Hablar de juventud y sociedad de consumo hoy como un todo es una obviedad, y tampoco creo que esté todo perdido porque el Che Guevara sea sólo remeras y porque, en algunos casos, hoy, ser de izquierda sea más una postura que otra cosa. Muchos postulados del socialismo no han muerto pero no le ha quedado otra que adaptarse a la lógica de la oferta y demanda, incluso en los casos más combativos.
Pero María Antonieta y María Antonieta es actual por algo más que por el descontrol y el consumo. Si en algo ha mutado la sociedad juvenil es en una pretendida aristocracia. Aclaremos que de la juventud de la que hablamos es la más cercana al mercado, de clase media para arriba. No se trata nada más del aumento del valor del individuo sobre la masa, sino de individuo que busca elevarse más que el otro, y como todos buscan elevarse por sobre los otros, da como resultado un extraño igualitarismo a regañadientes, en el que todos son reyes. La rebeldía de los '90 ante el avance neoliberal también fue deglutida. El que hoy no tiene una propiedad no es porque no quiera sino porque no le da para el préstamo hipotecario. En materia de modas hoy se ofrecen tantos modelos de ropas y calzados que las combinaciones alcanzan para que cada joven construya su propio imperio. La ampliación del mercado hace que María Antonieta hubiera vivido más cómoda hoy que hace 20 años. Personalizar es hoy la palabra, así que cada mínimo elemento puede ser configurado para que el joven se sienta el doctor Frankenstein y poner a trabajar sus caprichos tanto en la vestimenta como en el celular. No se trata solamente de ser un adolescente con ganas de divertirse; además sentir que se tiene el poder ilimitado para que cada cosa que lo rodee lleve su nombre.
Y María Antonieta sería feliz hoy porque era mujer. María Antonieta es sobre una adolescente; los adolescentes varones nunca fueron muy felices, no suelen llegar a ser tan divertidos como Cindy Lauper; Luis XVI está trazado como un bobo con menos carisma que una babosa. Hoy, la actitud aristocratizante es más visible en mujeres que en hombres, y para más datos vean mi entrada del 22 de enero ¿Es usted una bolúa?, que repara en esa búsqueda de ser la reina del mundo, esa actitud despreocupada de la teen actual. A alguno le puede sonar a misoginia, pero, después de todo, la mujer es el único sexo que ha cambiado en toda la historia; la mujer ha avanzado, hecho y deshecho. El hombre ha estado siempre parado en la misma baldosa; ni siquiera se ha animado a usar pollera, salvo los escoceses, claro. Tanto es así que la mujer le ha dicho al mercado hacia donde ir. En María Antonieta, Kirsten Dunst llega a lucir un vestido con un dibujo de época que hoy día se puede ver en esas remeritas de manga corta que muchas gustan lucir. La pose también es un toque aristocrático, y hoy lo usan más las adolescentes que los adolescentes; ser un cuadro posmoderno de colores, como la María Antonieta de Kirsten. La suma de cosas y firuletes en una competencia por diferenciarse, el barroco como causa de una cultura de hace 200 años y como consecuencia de la de hoy por una sobreabundancia de oferta y posibilidades.
No es que a nadie le importen los excluidos, pero como modo de reafirmación en un medio cada vez más difícil no viene mal poner una barrera y disfrutar de la vida, aún para los que suenan más rebeldes.
No extraña que la ropa interior femenina de la adolescente argentina sea el llamado culotte, tal vez para diferenciarse de los sans-culotte.
Si, María Antonieta debería haber vivido hoy. Por lo menos la imaginada por Sofía Coppola.

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