domingo, abril 22, 2007

La cuadratura del noir

Sin ley y sin alma es la traducción que le dieron a Criss Cross (1949), película de Roberto Siodmak, el otro policial que hizo con Burt Lancaster, después de la monumental Los asesinos (1946).
Criss Cross es el mejor nombre porque le va mejor a la trama, un entrecruzamiento: Steve (Lancaster) es chofer de una empresa de caudales, y ofrece ser cómplice en un robo de un camión con Slim (Duryea), el novio de su ex esposa, Anna (De Carlo), y esta sólo quiere hacer su propia vida quedándose con lo mejor del botín. Steve no lo hace por el dinero, nada más la quiere recuperar a ella. Es la historia un tanto misógina de la mujer fatal del cine negro, a la cual el protagonista masculino no se resiste, y vuelve una y otra vez. Steve, luego del divorcio, se alejó por consejo de toda su familia y entorno, pero volvió. Y no solamente está el personaje humano femenino metiendo la cola, está el otro personaje femenino, la ciudad, Los Angeles. "Las luces malas del centro te hicieron meter la pata", famosa frase de la milonga Tortazos, pero referida a una muchacha de barrio. En este caso es un hombre el enceguecido. Me parece que este filme de Siodmak disminuye un poco la misoginia propia del género por el peso que tiene la ciudad como lugar de perdición, a la que se vuelve por tentación pero no se sabe como salir. El uso que hace de la profundidad de campo va en concordancia con esta idea. Anna, después de todo, no es tan mala, también hay una ciudad que los empuja a todos a lo peor, que está ahí presente, tan nítida como el cuidado blanco y negro de esta película. La vemos a Anna en la puerta de una fuente de soda con esa ciudad tan enfocada como ella, a la que luego ella se retirará por la puerta del local; o sea, ella también es tragada.













Y hay otros entrecruzamientos, entre el trío protagonista, entre Steve y su madre, entre el policía y Steve, entre la ciudad y todos ellos... Pero son entrecruzamientos tan egoístas que no conforman nada, son sólo momentos en los que cada uno quiere aprovecharse para sacar su tajada o saciar su deseo. Es un noir tan geométrico y afilado en sus formas que los atraviesa más que cruzarlos, hasta destruirlos. No hay escenas románticas, siquiera, ni besos.
El amor entre Steve y Anna es de una imposibilidad absoluta, y las rectas que forman sólo son virtuales, nunca concretas y horizontales. Cuando ella se queda, a la salida de la estación de tren, sin saber donde ir, y ahí lo ve a Lancaster, a la derecha y abajo de la pantalla, diametralmente opuesto a ella. Fundido, y aparecen en la intimidad, en un departamento, en una posición parecida pero cambiada en cuanto a la altura. En ambos casos, la línea virtual que forman esos dos puntos no construyen nada, es sólo una posibilidad lejana. La escena es privada pero no hay contacto entre ellos. De un momento a otro han cambiado de posición, pareciera ser que a ella no le queda otra que volver con Steve, y aún así no se han encontrado. La misma Los Angeles se ha encargado de eso. La geometría de Siodmak los va a terminar uniendo, justamente, en un lugar en las afueras, lejos de la corrupción citadina, cuando el cruce final será efectivo, aunque un poco tarde.




PD: Si, adivinaron, esta semana es la semana Siodmak en mi MSN.
PD2: ¿Dónde fue a parar mi remera de
Los asesinos?

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