martes, diciembre 26, 2006

Dos revisiones

Entre los elegidos de 2006 puse dos revisiones de películas. Para Navidad hice otras dos revisiones que tranquilamente podrían haber figurado.


Una fue La mujer pantera, film americano del francés Jacques Tourneur, de 1942. Su título original es Cat people, algo así como la gente gato, o la gente felina, o el pueblo felino, que es bastante más amplio en su referencia y adecuado para la historia, porque la historia trata de Irena, una mujer de Serbia que se convierte en felino, literalmente, pero que tiene que ver con una leyenda de su pueblo, una especie de maldición que puede afectar a todos sus habitantes. De todos modos, cierto paralelismo entre lo felino y lo femenino está presente en la película, hasta con un toque sexual y salvaje hacia el final, cuando Irena ataca al psiquiatra que la quiere conquistar.
No hay tranformaciones en cámara sino que todo está sugerido. Al comienzo, cuando recién conoce a su futuro esposo, ella luce como una chica normal, diseñadora de modas. Se mantiene aislada de todos, no por su condición de inmigrante, sino por temor a que surja la bestia que guarda adentro. Cuando se casa y comienza a celar a su marido, Oliver, su atuendo cambiará al negro, como el tapado que lleva hasta el final, que la asemeja a la pantera negra que visita todos los días en el zoológico. El trabajo con el claroscuro es espectacular e imprescindible en las dos escenas de mayor tensión. Una en el estudio de una compañía de barcos donde trabaja su marido junto a la que será su amante, de noche, solamente iluminado con la luz mortecina de las mesas de diseño, momento en que merodea el lugar una pantera, o, tal vez, Irena, que desaparece sin dañar a nadie. Otra es el acoso a la amante en el natatorio, también de noche, cuando ya está por cerrar, donde solo alcanzamos a escuchar un rugido y las paredes del lugar en penumbras, donde apenas se ven reflejos ondulantes del agua y una sombra negra, lo que le da al ambiente un tono onírico y pesadillezco.
Hay un juego en dos escenas con la puerta giratoria del edificio donde se encuentra la empresa. En la mencionada escena del estudio, ya desaparecido el peligro, Oliver y su amante llegan al hall de entrada, y ven la puerta girando sola, señal de que algo salió o entró por ahí, una pantera, Irena, o lo que sea, pero que no deja de ser un indicio inquietante y misterioso. Este fragmento hace contraste con otro fragmento anterior, en el cual Oliver llega al edificio y se detiene sorprendido por la puerta que empieza a girar sola. Sin embargo, en seguida, vemos que lo que produce esto es la mujer de maestranza, fregando el piso, en cuatro patas, digamos, como un gato, por ejemplo, ya que estamos. Una escena con un toque cómico, hasta paródico en cuanto a la "mujer gato", que relaja la situación y hace contraste en la memoria con el peligro y la angustia real en la otra, con la puerta giratoria como indicio de eso, ahora sin el mismo humor.


La otra película fue El hombre de Laramie, otro western amargo de Anthony mann, de 1955, otro de la serie con James Stewart, cuando se había vuelto oscuro y había dejado la bonomía de su era Capra. Este actor, todos lo saben, es uno de los mejores de la historia, y nada mejor que su cara desesperada para contener toda la violencia física y polvorienta de las películas de Mann. El tiro en la mano que, como castigo, le inflinge Dave, el hijo malcriado del dueño de las tierras, es de una insanía extrema. Pasa que Will, que se gana la vida conduciendo carretas que llevan mercaderías pueblo por pueblo, no tuvo mejor idea que buscar al responsable de la masacre donde murió su hermano en Coronado, un pueblo donde la familia Waggoman, que quiere hacer crecer al pueblo, a la vez que intenta una sana convivencia con los Apaches, se ve atravesada por conflictos internos. Lo curioso es que la historia de Will casi no existe, apenas se vislumbra a través de alguna rajadura de la vida de los Waggoman. Alec, el padre, Dave, su hijo, y Vic, un empleado de confianza, son el triángulo de este westerns con toques melodramáticos. Dave es impertinente y el hijo mandaparte, que se quiere llevar a todos por delante y hacer todo lo que la fortuna de su padre le permita, Alec se está quedando ciego y teme por el futuro de su hijo, por eso confía en Vic el futuro de sus propiedades y para que dome un poco a Dave. Esta preferencia hace sufrir a Dave y desata su ira, lo cual hace correr peligro los planes del no tan inocente Vic, que ha influenciado al muchacho para hacer negocios por fuera del viejo, vendiendo armas a los Apaches. Los que quieran ver la película tápense los oídos: Vic es el malo, el que organizó a los Apaches para la famosa masacre a las carretas de mercadería en donde viajaba el hermano de Will.
Mann nos hace pasar por una hora y cuarenta minutos de discusiones familiares para develarnos sobre quien desea Will hacer caer el peso de la venganza. James Stewart no se pasea todo el pueblo haciendo preguntas sobre quien mató a su hermano, se mete en el conflicto familiar para que, traiciones y peleas mediante, surja la verdad.
A propósito de Anthony Mann, me gusta lo que dice Andrew Sarris con respecto al director: "No deja de ser singular que el estilo de Mann sea el estilo norteamericano que semeja más estrechamente al de Antonioni en la progresión literal por paisajes pasando del mundo vegetal al mineral". Los ambientes rocosos en los que concluyen sus films tienen la misma consistencia que el núcleo duro de las psicologías de sus protagonistas, en este caso, el incomprable James Stewart.

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