sábado, diciembre 16, 2006

Fútbol de mierda

Trabajar en Ejes ha hecho que el fútbol me caiga cada vez peor, y no sólo por el Mundial de este año. Toda la polémica sobre los barrabravas, Grondona, Gámez, Di Zeo, y cualquier idiota que sale a decir algo me tiene podrido. Alguien me dirá que es un tema serio, que hay cuestiones de gente pesada, de poder, de amenazas, y, definitivamente, de dinero. Pero ¿no se puede arreglar privadamente? ¿Tienen que llenar horas y horas de TV y radio, haciendo siempre las mismas declaraciones y las mismas denuncias? Encima son gente de mucho hablar, no se porque, cada comentario o entrevista no baja de los 10 minutos, y, en general, con un lenguaje sin muchos recursos. Que se metan el fútbol en el culo, más todavía aquellos que sólo lo ven porque está de moda o por integrarse.

Acá dos textos contra el fútbol. Uno es mío, parte de una entrada que escribí en mi viejo blog después del partido Argentina-Alemania del Mundial 2006 (que, confieso, en el fondo tenía ganas de que perdiéramos para que se dejaran de joder con el tema, de una vez por todas), y después otro del blog de Alejandro Rozitchner, que se que muchos ya no lo pueden ni ver porque trabajaba con Pergolini y ahora lo hace con Grondona (Mariano):

Cualquiera sabe que no me gusta el fútbol y que no tengo nada en contra de él. Pero sospecho que cada vez me queda menos sangre en las venas, al punto de que están por hacer sinapsis en cualquier momento. Porque tengo un vago recuerdo de nerviosismo en el 86 y el 90, a pesar de que no veía ni un sólo partido, tal vez, por el sólo hecho de que se trataba de Argentina. Después, ni eso. El viernes me ponían nerviosos los demás, no el hecho de si entraba la bola o no. El viernes comprobé que estoy más afuera de todo de lo que me imaginaba. Al final, uno termina sintiendo que está tan afuera que quiere disimular un poco que no me interesó mucho el resultado, uno inventa respuestas para no parecer tan insensible, queriendo demostrar que un poquito lo afectó. Claudia me dijo "A vos mucho no te importa, ¿no?", después de la derrota, y me di cuenta que realmente estoy al margen del margen, y que los demás lo saben (aunque si Claudia me lo pidiera, me dedicaría al fútbol, al badminton, o al deporte que fuera). Hasta la gente que no gusta del fútbol tiene esa tendencia a sentarse frente a la pantalla y hacer fuerza, aunque más no sea porque el equipo avance hacia el arco contrario, más allá del fútbol. El espíritu gregario y la publicidad combinados pueden más. Y es difícil entender como hay gente con una vida, marido, mujer, novio, novia, trabajo, profesión, vida de clase media feliz que puede llorar y casi morir porque alguien que no es él o ella pierden un partido. Les cambio su vida por un partido ganado. Ahora el fútbol es algo a lo que casi no se le puede decir que no, por eso lo ven hasta los que no les gusta. Y si uno es hombre, aún peor; los hombres no lo aceptan porque no puede ser que un hombre no vea deportes, y las mujeres porque lo consideran poco viril. Pero todo esto no importa. Algo que si me repugnó, y con esto no soy conciliador, fue la publicidad de cerveza Quilmes, esa cosa patriotera, con el tipo vociferando y agradeciendo la anestesia que le aplicaba el Mundial. No voy a hacer la fácil de decir que el Mundial hace que nos olvidemos de los pobres (para la izquierda y los progresistas) y de los reales problemas en la economía (para los liberales), porque aunque no hubiera Mundial no nos acordaríamos mucho más de todo eso. Lo que si voy a decir es que Quilmes no estaba pensando en el fútbol, sino en un evento planeado por Mussolini y Hitler juntos. Y otra, la de Isenbeck, que se proclamaba como el sponsor anti-Brasil, o algo así, era otro balde de mierda. Después de ver esas dos muestras de irracionalismo y xenofobia no me dan muchas ganas de tomar ninguna de esas marcas, aunque tampoco soy fan de la cerveza (Menos mal que moscato Crotta no hizo esas publicidades). Y todo eso no pasaría de ser una broma pesada si no fuera porque lo repiten todos, después. En verdad, los publicitarios no hacen más que aprovechar el lado salvaje de varios consumidores. Argentina perdió. Al día siguiente ya había gente festejando la salida del Mundial de Brasil y de Inglaterra, como no podía faltar. El imbécil de Mariano Closs decía "No me conmueven las lágrimas", ante el llanto de los ingleses después de perder contra Portugal. Lo mismo con Brasil. Cuando uno dice esto resulta que es un amargo, que no entiende los códigos del fútbol, que tiene que ver con la competencia. Igual nunca nadie me dio una buena explicación más que tomarse a la xenofobia como un juego. Hay gente que ha viajado a Inglaterra, que ha dicho que los ingleses son educados, magníficos, serviciales y que no les importa el tema Malvinas, pero el Mundial los transforma y vuelven a ser piratas asquerosos. Esos casos son los peores, porque volver sobre el prejuicio es ya ser un obcecado. Malvinas y la cuestión de las carnes son la razón, por decirlo de alguna forma, del encono contra Inglaterra, lo de Brasil me resulta mucho más inexplicable. ¿Será por las cataratas, será que ellos son más alegres y los envidian, serán los culos de las brasileras? No se, pero Argentina (¿o sólo Buenos Aires?) siempre sintió que el resto de América Latina los odia. Ya se, es sólo un juego hablar de negros de mierda y aplaudir a rabiar, y querer ver más veces el partido para ver como perdieron esos hijos de puta.




Mujeres futboleras, padres futboleros


Que los hombres sientan que el fútbol es una cosa importantísima y le dediquen horas de pensamiento y diálogo, bueno, es algo digamos inevitable, característico de las sociedades numerosas. Pero que las mujeres se hayan acercado a ese perfil, que sepan de equipos y jugadores, que vayan a la cancha, que se posesionen siguiendo la evolución de un campeonato, es un hecho triste y lamentable.

Las pobres lo hacen para acercarse a esos hombres esquivos de la intimidad, que piensan en patadas y pelotas como si nunca hubieran crecido. Los necesitan, y por eso van incluso a seguirlos en sus intereses empobrecedores. Pobres mujeres que por no perder a sus maridos o por hacerse merecedoras del amor de un padre que no sabe qué hacer con una nena (o por tener de qué hablar con novios imbecilizados en el deportismo corriente) empiezan a simpatizar con una camiseta.

El fútbol (el deporte en general) hace que padres e hijos -o hijas, aun peor- tengan tema, en relaciones que tendrían que ser capaces de abordar las riquezas infinitas que ofrece el mundo y la vida. Es muy corriente que un padre se relacione con su hijo a través del fútbol, y no está mal, pero es poco. Para muchos, así, el fútbol termina por ser una forma de acercarse a papá, y encuentran en el amor por un equipo una forma de manifestar y vivir un amor por el padre que de otra manera no encuentra camino.

Otro pensamiento poco conveniente: que una persona sin educación, sin posibilidades, se impregne del futbol es una cosa, pero que una persona educada, llena de posibilidades, lo haga, es expresión de una limitación importante. Es la costumbre social de rebajarse a costumbres toscas para congraciarse con todos, pero también una manera de eludir la responsabilidad de intereses más ricos y más exigentes.

Es mi opinión, ¿por qué no voy a poder decirla?

(Hay muchas cosas que se pueden compartir con los hijos: el amor por las formas, por los paseos, por la naturaleza, por la literatura, por las imágenes, por las ciudades, por los proyectos, por las ideas, por las máquinas, etc)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me caes muy bien. Yo también estoy cansado del futbol televisado, me rompe las bolas. Hasta ahora conozco a muy muy pocas personas que comprten mi rechazo hacia lo futobolístico, pero los demás son mediocres que llevan una vida miserable y son sólo ovejas del rebaño. Me gustaría ponerme en contacto con vos. Mi correo es jrb195@hotmail.com pero casi no lo uso. Enviame un mail y si querés te agrego a mis contactos de msn en mi correo personal. Nos vemos