miércoles, diciembre 27, 2006

La Gran Homero

El 3 de noviembre de 2004, a la mañana, estaba en el Aeropuerto de Barajas, en Madrid, para volver a Buenos Aires después de mi viaje de tres semanas. Por si acaso, llegué dos horas y media antes para poder hacer tranquilo los trámites y dejar el equipaje para embarcar. En el hotel no había desayunado ya que iba a tener mucho tiempo para hacerlo en el aeropuerto, hasta que el avión saliera. Un bar tiene que haber. Doy vuelta la cabeza, una escalera, y en el descanso se veían un par de cartelitos con dibujitos. Creo que uno era de los baños, y el otro, el que me interesaba, tenía algo así como un tenedor. Subo las escaleras, llego a un hall y veo una puerta con un barcito. En la entrada había una ventanilla con una cajera, o algo así, adentro se veía un mostrador y mesas largas y altas, con gente sentada en taburetes o paradas, tomando algo. Iba a entrar pero me frené para buscar el dinero. Cuando estoy en eso, vuelvo a mirar el lugar, creo que también me miraron, y me di cuenta que casi me metía en un barcito que es exclusivo para personal del aeropuerto, pilotos, y gente del rubro. ¿Alguien se acuerda el episodio Fear of flying de Los Simpson? Casi me meto y gano pasajes gratis, menos a Alaska o a Rancho Viejo.

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