viernes, diciembre 15, 2006

The Tingler

William Castle se hizo famoso por crear efectos en sus películas de terror más allá de lo meramente narrado, como anteojos especiales para ver fantasmas en la pantalla que de otra forma sería imposible percibir. En The Tingler, Vincent Price se gana la vida haciendo autopsias, y descubre que cuando alguien se asusta una parte cercana a la columna se endurece y toma la forma de un material indestructible, y que la única forma de liberarse es gritando. Cuando una muda muere de miedo, le hace la autopsia y encuentra el objeto de su interés. Por supuesto, la muda no pudo gritar y liberarse de la rareza en cuestión, lo cual le produjo la muerte. El objeto es una especie de ciempiés que, supuestamente, todos tenemos adentro y que nos atenaza en momentos de miedo. El bicho se escapa y empieza el terror. Lo realmente interesante de todo esto no es tanto la historia, que, realmente, está traída de los pelos, sino el mecanismo que Castle armó para producir verdadero miedo en su público. No solamente el mismo aparece en pantalla anunciando la película, diciendo que gritar nos puede salvar las vidas, sino que cuando el ciempiés se escapa dentro de un cine, la pantalla se pone en negro y se escucha la voz de Vincent Price anunciando que el bicho se ha escapado en la sala y que la única forma de no ser atacado es gritando. O sea, una película que habla sobre el miedo, y que en la escena del cine involucra directamente al público, no tanto por lo que ven sino por lo que sienten, que un bicho mortal está suelto en medio de la oscuridad y que el grito es el arma eficaz contra él. Ya no es gritar por lo que estamos viendo en pantalla sino por lo que sentimos. Además, por supuesto, algunas de las butacas vibraban para aumentar el terror en algunos espectadores. Ingenioso. Una película que habla sobre el miedo y el grito en el cine, en que lo que vemos en pantalla no es tan externo por más irreal que sea, y que se nos puede meter entre las piernas en cualquier momento. Castle se adelantó casi 40 años a Wes Craven en sureflexión sobre los mecanismos del terror en el cine en Scream, aunque en una clave más física e ingenua, y menos ilustrada.

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