jueves, enero 04, 2007

Musical



Jonathan Rosembaum es un crítico norteamericano, que a fines del siglo XX hizo una lista de sus 100 películas americanas favoritas, paralelas a la que había hecho el American Film Institute, muy predecible (http://www.chicagoreader.com/movies/100best.html). Hay algunas que me son desconocidas y siempre me fijo cual puedo encontrar.
En este caso, pude ver Hallelujah, I'm a bum, de 1933, un musical de esos post-Crack 1929, sin mucho baile, con canciones, y con Al Jolson haciendo de un vagabundo amigo del alcalde, quien está más preocupado por su novia que por gobernar bien; inaugura obras y se saca fotos con bebés de forma desganada, oculta en los cimientos de una nueva escuela el ejemplar de un diario que le hace una nota desfavorecedora... Jolson, en cambio, le hace favores al alcalde y, a la vez, es la autoridad máxima en el mundo de los vagabundos.
El director de este recomendable clásico oculto es Lewis Milestone, que se ha hecho más famoso por Sin novedad en el frente u Ocean's eleven. La falta de bailes en el film es reemplazada por la fluidez de los movimientos de cámara. En la escena de la puesta de la piedra fundamental de la escuela hay un par de momentos resueltos por planos cortos que sirvieron muy bien para quitarle la fijeza y la solemnidad del acto: el ligero cambio de planos de las caras de los chicos del coro, siguiendo el ritmo del tema musical, y las bocinas de las fábricas llamando a trabajar, mostrado en tres o cuatro planos casi inexistentes pero contundentes para quebrar la tranquilidad de la ceremonia.
Y todo condensado en los justos 82 minutos de este musical expresionista en una ciudad de cartón.



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