miércoles, junio 13, 2007

Nada es tan importante como para morirse

El mes pasado comenté Smilin' through, una película de Borzage de comienzos de los años '40, en la que el protagonista vivía esperando el día de su muerte para reunirse con su amada muerta prematuramente. Poco después de ver este punto de vista totalmente romántico y entregado al amor eterno vi Cita en las estrellas, película de 1949, dirigida por Carlos Schlieper. Juan Carlos Thorry está casado con Analía Gadé, y se reencuentra con María Duval, antigua novia suya, ahora casada con Osvaldo Miranda, su mejor amigo. En Mar del Plata, los otrora amantes se hacen una escapada. Un accidente automovilístico hace que Thorry fallezca y que Duval se quede en la Tierra añorando a su amado. Una mezcla de eros y thanatos recorre toda la película. Duval busca morirse a como de lugar para volver con Thorry. No debe haber alguien que busque tanto el toque de la guadaña hasta la Winona Ryder de Beetlejuice. Este, desde un paraíso lleno de chicas pero aburrido y sin Dios, manipula el destino del mundo para matar a su amada y reunirse con ella, cosa que no logra; sólo llega a matar a Gadé y a Miranda. Tal vez nunca una comedia llegó a proponer la muerte inducida para llegar al amor. La escena de Duval y los mediums comunicándose con el Paraíso mediante un sistema telefónico debería quedar entre las mejores y más risueñas del cine nacional.
Lo que comenzó como un amor elevado e irrompible torna a un terreno cercano a la muerte. Pero Schlieper no se queda ahí. Se podría decir que es una comedia de los relativismos. Desde el accidente vemos que la actitud de Héctor Calcaño, el tío cirujano de Thorry, muestra una apatía total ante las desgracias. Es alguien que habla de la muerte de su sobrino como si fuera un tropiezo. La vida sigue, los hechos simplemente ocurren y nada es tan sagrado como para hacerse tanta mala sangre. Nada es tan importante para dejar de amar, y Duval se da cuenta cuando, finalmente, se tropieza con el actor Jorge Rigaud, haciendo de sí mismo, y se olvida de Thorry. De una cita en las estrellas pasa a una cita con una estrella. Lo que podría haber sido un festejo necrófilo Schlieper lo convierte en la rectificación de que el único amor posible es concreto y en la Tierra. El relativismo de Cita en las estrellas deshilacha cualquier concepto anímico y sublime sobre el amor, y cualquiera absoluto sobre las bondades del Paraíso y las imperfecciones de la vida terrenal.

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