miércoles, mayo 16, 2007

El amor imposible

Alguien me preguntaba por un texto sobre el amor imposible escrito por mí el año pasado, que había sido publicado en mi viejo blog. En ese momento me acordé que había desaparecido, tanto el texto como el blog. Este último fue borrado de apuro, y algo se perdió en el salvataje de material. Lo quise volver a leer hace meses y me di cuenta que no estaba, y lo recordé ahora que me lo pidieron. Así que me propusieron que lo reconstruya con la memoria, una tarea algo difícil.
Mi texto sobre el amor imposible era, en realidad, una crítica al mismo. Su sola idea es inviable, conduce a un camino sin salida. Ella misma se refuta, porque la idea del amor imposible es la negación misma del amor. Hay una concepción romántica en todo esto, la de creer que algo es más amor cuanto más lejos está de su concreción, que su pureza es mayor cuando queda en suspenso, que hay una cierta nobleza en el que es víctima de una situación así. Pero el único amor que existe es el que ocurre. Lo otro más bien atraviesa el límite y se convierte en obsesión o en mitificación. ¿Dónde hay amor en alguien tirado en una cama, pensando en su amor imposible? Esa imagen se asemeja más a la de un internado en un neuropsiquiátrico. Tampoco hay que confundir con el amour fou o alguna forma de celos, que podrán ser nocivos a la salud pero, aunque más no sea, el amor queda concretamente demostrado. El amor imposible no tiene marcha ni atrás ni adelante, se crea el mito, después el templo, se cierran las puertas y de ahí no se pasa.
Por supuesto que esto no ocurre sólo por soberbia o por joder al prójimo. La tentación en el martirio es grande cuando uno se ve sin escapatoria. No hay nada peor que aquello que cuesta razonar y etiquetarlo, lo innombrable supera a cualquier persona, produce pavor, miedo y desesperación, como en esos relatos de terror de Lovecraft (justo alguien con esa palabra en su apellido, que tampoco sabía demasiado de amor; podría haberse llamado Lovecrash). Ante la imposibilidad de pensar se prefiere llamarlo amor imposible para darle una cierta entidad, un cartel que nos excluya de mayores explicaciones; es imposible, no se puede hacer nada, estoy muerto. Y ese etiquetado, también, nos excluye de pensar en el futuro y pasa a dominarnos. Dejamos de tener responsabilidad sobre cualquier cuestión porque esa cosa ahora se adueñó de nuestro ser, esa cosa que no se que es, pero no creo que sea amor. El único amor que existe es el que ocurre, en el que hay aceptación, con más o menos sexo, pero que se puede ver. Tampoco no es que todo tenga que ser tan superficial y mecánico. No creo que el amor propiamente dicho y completo exista en cada uno, si debe existir un proto-amor, una argamasa, alguna sustancia que nos impulse al amor, pero que sólo llega a serlo cuando se conjuga con otra u otras sustancias iguales. Una fruta por sí sola no tiene razón de ser, y significará algo diferente si sirve para alimentar a alguien o si se pudre cuando cae del árbol. Cuando ese proto-amor se pierde en el viento se pudre y pasa al campo de la locura, pero no es amor, es esa cosa llamada amor imposible, que a veces se quiere ostentar como algo valioso, algo que dignifica, que da importancia, como para que admiren su dolor a cuestas. Esas tonterías encubren el miedo a mirar hacia adelante, lo nuevo. No hay que querer hacer pasar el dolor por amor. En algún punto la materia se transforma y pasa a ser un plato frío y cubierto de moscas. Eso, en tal caso, es amor no correspondido; incluso se podría pensar en amor no posible, algo que por X razones no se puede concretar, pero que en el que el no implica que pueden haber otros si que hay que saber buscar. El amor no correspondido debería figurar en un catálogo de instrumentos de tortura, pero no se puede caer en la esterilidad del amor imposible. ¿Qué se hace con esa argamasa que quedó tecleando? No se exactamente, no es algo fácil de manejar, y siempre está la tentación de victimizarse.

2 comentarios:

Paco dijo...

Bravo por la reconstrucción, desde ya es mucho más fiel al original que la nueva piedra movediza de Tandil. Aunque crecerá el mito respecto del texto anterior.

Hoja Mayor del Gomero dijo...

Excelente texto.