martes, mayo 08, 2007

El pasado se filtra

Se dio la casualidad que vi dos películas con interesantes movimientos en el tiempo. Este tipo de alteraciones que rompen la linealeidad de un relato siempre me han atraído mucho, es la mente particular de un personaje o general de la obra en sí que ofrece un momento de reflexión, nos da un placer aparte y nos eleva de la rutina que la propia película presenta. Si una obra de arte es una forma de imaginar y separarse por un rato de la realidad, las rupturas temporales dentro del tiempo diegético es una evasión doble. Y digo evasión, si, en el mejor sentido de la palabra, para disfrutar, descansar, pensar, sorprenderse, y todo junto.

Fedora es la anteúltima película de Billy Wilder, rodada a fines de los '70, y puede considerarse una especie de remake de El ocaso de una vida, casi 30 años después, con William Holden haciendo de productor en lugar de guionista cinematográfico, todo con una pátina bastante más macabra. Ya no se trata de una estrella olvidada, es una estrella enviciada con la juventud eterna, con las cirugías más extremas que la llevan a quedar en una silla de ruedas, y al no poder llegar más allá, la creación de un clon, prácticamente; una trama de costados morbosos, con algo escabroso a nivel orgánico, también, que pienso que Cronemberg podría haberla dirigido con su toque.
El ocaso de una vida tuvo la originalidad de ser la historia contada por un muerto, un largo flashback que surgía de los recuerdos del cadáver de William Holden tirado en una piscina. Fedora también lo tiene a Holden como protagonista, esta vez vivo, pero con una carrera y una vida en decadencia, en una isla griega en la que se encuentra con muertos virtuales, en una mansión lujosa pero igualmente muerta. El relato, desde el velorio inicial, es un recuerdo de Holden, que al final se ratifica cuando dice que dos semanas después de la muerte de "Fedora" murió la verdadera Fedora. O sea, la película entera es un flashback que surge de un narrador sin cuerpo, el cual, a su vez, tiene un flashback que rememora el reencuentro con "Fedora", donde, a su vez, ocurre otro recuerdo de un joven Holden en los años '40 al momento de conocer a la verdadera Fedora. La segunda parte del film vuelve al tiempo presente del flashback principal, que es cuando el protagonista se reencuentra realmente con Fedora y empieza a develarse el misterio cuando brotan otros tantos pequeños flashbacks del entorno de Fedora. Cuando saqué el casete de video se me ocurrió que se la podría dibujar como una planicie, luego una gran elevación escarpada, con distintos niveles, luego vuelve la planicie con unos pequeños picos surgiendo de ella. De todos modos, antes de los títulos vemos la muerte de "Fedora" a manos de un tren humeante, algo que luego volveremos a presenciar en uno de los pequeños flashbacks pero desde otro punto de vista. Esa imagen primera, de "Fedora" desesperada, loca, corriendo por el andén, Wilder decidió dejarla afuera de todo, como un momento único e íntimo de la pobre perjudicada, como forma de descargo, lejos de cualquier interpretación, víctima de los caprichos de una estrella de Hollywood, antes de dar comienzo al espectáculo.


Y otro salto en el tiempo vino después con una película de Frank Borzage. Seguramente, Borzage es mucho menos recordado que Wilder; si uno muestra una foto de Marilyn Monroe con Tony Curtis y Jack Lemmon vestidos de mujer o sosteniendo la pollera ante el viento del paso del subte capaz no conozcan el título pero saben que en algún lado vieron esa imagen. Si uno nombra el título La historia se hace de noche a pocos les vendrá a la mente la película, el nombre del director y todo. Como sea. , que puede sonar a "el amor es más fuerte", pero que tiene como título original Smilin' through.
El amor no muere
, tiene a John como protagonista, viejo y aún triste por el recuerdo de su amada muerta hace 30 años. Un día le mandan a cuidar a una nena, Kathleen, a la que se le han muerto sus padres, sobrina de la amada Moonyean, la amada fallecida. La historia continuará con que la niña, de más grande, se enamora del hijo de Kenneth Wayne, quien mató a Moonyean el día de bodas por una cuestión de celos, y, por lo tanto, John se opone ferreamente a ese romance.
Pero hay un primer salto temporal interesante cuando la pequeña Kathleen se hace presente en casa de John. La nena parece no aceptarlo demasiado, se ponen a charlar y ella se decide animar un poco el ambiente tocando el piano y cantando. John se acerca, se siente atraído por el canto y por la canción, pensativo, vemos a los dos cerca del piano, y la cámara se desliza hacia la izquierda, luego se suceden imágenes superpuestas de campos floridos y chicas divirtiéndose. Todo da a pensar en un flashback, un poco por el aspecto melancólico de John recordando con esa canción, que, tal vez, le trae recuerdos de su amada, hasta por ese movimiento hacia la izquierda de la cámara, o, mejor dicho, hacia atrás, si seguimos una dirección escritural occidental: se arranca de izquierda y se culmina por derecha. Pero no, es una pista falta. Luego de las flores vemos que que aparece de nuevo el piano, la cámara ahora se desliza hacia la derecha y vemos a la misma Kathleen crecida, la linda y colorada Jeanette MacDonald, cantando la misma canción, luego de años de ser criada por John, quien aparece, por supuesto, mucho más envejecido. Una elipsis que amagó con ser flashback. Divertido juego, aunque no gratuito.

En ese salto hacia adelante había incluído un flashback interno de John. La niña, luego muchacha, cantaba igual que su amada Moonyean, algo que sabremos más tarde, y que, además, también es interpretada por la misma MacDonald. La figura de la actriz atravesando roles y papeles es el motor de superación de John.
El flashback, como artilugio al que se lo puede cargar de melancolía, aquí aparece disimulado en la forma de una elipsis. La aparición y crecimiento de Kathleen le sirven a John para evocar, pero para no quedar atrapado en el pasado, su presencia y la superación de la problemática en relación al hijo de Wayne son el pasaje para morir en paz y volver a encontrar a Moonyean en el más allá. Un interesante ejemplo, que Borzage aprovecha para desatar su acostumbrado romanticismo a ultranza, sin caer en la depresión, ni quedarse en el sufrimiento y el rencor sin salida.

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