jueves, marzo 27, 2008

Sacate la mierda

Yo sabía todo lo que iba a pasar. Siempre igual, previsible y aburrido. Cacerolazos y marchas. La derecha que le dice a la izquierda: "¿Cómo? ¿Ahora no se bancan un piquete?"; y la izquierda que le dice a la derecha: ¿Ustedes no se quejaban de los pobres que le producían un caos vehicular?". Y la derecha liberal que, al primer problema, pide la renuncia de la Presidenta y quieren tomar la Casa Rosada; y la izquierda de alma blanca que, de golpe, saca su enano fascista y ahora si pide bala para los manifestantes. Y esto lo he escuchado. Y yo sabía que esto iba a pasar, cualquiera lo podía saber, porque sospecho que las ideologías están en muy pocas cabezas, ya sea de un bando o del otro. Todo se reduce a un nudo de instintos primitivos, a una cuestión de piel. Creo que son cosas que se piensan con dos o tres neuronas, y el resto es instinto. Tal vez sean la influencia familiar, el ambiente social de cada uno, enojos y resentimientos. ¿Que se escucha cuando se describe al otro? Que si sos más oscurito o más rubiecito, si vas vestido con Lacoste o con harapos. Buena parte de los que se movilizan, a favor o en contra del Gobierno, no pisaron un campo en su vida, lo hacen por razones más profundas que son inexplicables: alergias a ciertos imaginarios, como ser el supuesto izquierdismo del kirchnerismo o los nenes bien con celular en el cinturón. La mayor parte opinan pavadas, que sólo depenen del nivel de bronca que le tengan al otro. Una negociación de un sector con el Gobierno intermediada por una muchedumbre que no actúa en función de un lado o del otro, sino por la necesidad de exteriorizar sus ascos personales. Y después la ciudadanía de derecha y centro-derecha se queja de la democracia directa, pero eso es lo que hacen, finalmente, querer inmiscuirse donde nadie los llama. Y, claro, la ciudadanía de izquierda y progresista se queja porque otros ponen en práctica lo que ellos practican.
La mayor parte son lugares comunes, dejarse arrastrar, y uno cae donde cae. Y después viene la decepción, como cuando se dieron cuenta que la crisis de 2001 le sirvió más a la maquinaria peronista que a otros sectores de la política. Y como hay que elegir el instinto para actuar, no nos queda otra que estar al lado de la Pando, con su pensamiento ultramontano, que algún liberal consideró una mujer valiente, o al lado de D'Elía, que parece ser que como fue pobre hay que respetar su patoterismo. Dos ejemplos de acciones primarias, sin leyes, civilización ni nada. El objetivo sigue siendo eliminar al adversario. Cualquier forma de diálogo es vista como algo mediocre y gris; además, imposible por el griterío.
Hay que pensar antes que defender una posición. Una posición es algo fijo, es un cliché, como señalar que mi enemigo es negrito o rubio. Además, mientras nos ocupamos de defender una posición, simpre hay alguien más vivo atrás y se lleva todo el poder político a su casa.
Y los medios sirven para difundir es previsibilidad, y exacerbarla. Y me refiero a todos los medios, las grandes y los chicos. Entre tanta hojarasca, igual, siempre algo bueno sale, sin consignas.
Y todo se vuelve tan, pero tan previsible... Y uno no aprende nada de esto, sólo refuerza prejuicios.
Estos son momentos para descargar la bronca; en pocas semanas ya nadie se va a acordar de la pantomima.

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