Querido lector:
Siempre he sostenido que Uruguay es Canadá, o que los uruguayos son canadienses, o descienden de ellos. O mejor, Uruguay es a la Argentina lo que Canadá a los Estados Unidos. O capaz haya que pensar en Buenos Aires y Montevideo, solamente. Acá no se hacen chistes como los americanos hacen sobre sus vecinos, pero Uruguay está al norte, también, y aporta una buena cantidad de famosos: futbolistas, periodistas, actores, artistas, cantantes, etc. Allá tienen a Michael Fox, Pamela Anderson y David Cronenberg; acá a Enzo Francescolli, Lucho Avilés y Antonio Gasalla. Uruguay y Canadá parecen caracterizarse por ser más "tranquis" que Argentina y Estados Unidos, que vendrían a ser la histeria de las grandes urbes; el conductor frenético argentino se sulfura ante la pachorrez al volante en Montevideo, que te da el paso cuando te ven a media cuadra de distancia, y los americanos se rien de la supuesta lentitud de los canadienses. Canadá está en el dilema de si son ingleses o franceses; Uruguay entre si usan el "vos" o el "tu". Y si hacía falta algo más, la variante más famosa del chivito uruguayo se llama canadiense, justamente.
En busca de extrañeza canadiense, vean este enchufe.
En general, se afirma que los viajes sirven para conocer y levantar gente. Alguien me dijo que mis fotos del viaje de egresados eran una mierda, seguramente porque sólo en dos de ellas aparecían seres vivientes. Es que el mi especialidad es el turismo inanimado, de caminatas de 10 horas con una roca atada al cuello (AKA mi bolso). Por eso Montevideo es magnífica en ese sentido: una arquitectura variada y original, e inanimada, por supuesto. Y hasta me metí en la facultad de arquitectura para comprar un librito sobre el tema.
Una analogía fácil: el constructivismo de Torres García y este edificio de oficinas atiborrado de ventanas.
Una estación de tren abandonada
El premio a la mejor tumba del cementerio se la lleva este tipo que se mandó hacer una estatua de él extrañando a su esposa muerta en 1863. Un tierno.
Leía que Juan Manuel Blanes no retrataba al gaucho del siglo XIX ni como un personaje solemne y heróico ni como un pobre tipo salvaje, sino que, simplemente, se limitaba a describirlo. Yo diría que también mostraba su costado gay, a juzgar por estas pinturas inspiradas en Secreto en la montaña.
¿Cuál será el misterio como para que un espacio deba quedar desterrado?
Y en materia televisiva, mejor no hablar y ver este tramito de un programa grasa llamado Caballo's Inn, hecho en vivo, con mina pulposa y cómico de bigote carambulesco y morcilleo. No se donde estará el caballo.
PD: Para que no digan que soy un turista sin sangre en las venas, recomiendo que se pasen por el giftshop del Museo Joaquín Torres García y por el primer piso del McDonald ubicado en 18 de Julio y Ejido, lugares donde trabajan las dos rubias más lindas de la ciudad.
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