martes, marzo 13, 2007

Llamanos, podemos ayudarte: 0800-LOST


Las series norteamericanas se han hecho cada vez más populares desde fines de los '90, gracias al cable, primero, y a Internet, después. Estados Unidos siempre las ha hecho en cantidad, pero en busca de renovarse se han vuelto más complejas, o, por lo menos, con más vueltas de tuerca. De la conspiración con extraterrestes se ha pasado a las series corales, como Lost. Igual, la sensación de paranoia que inició Los expedientes X queda; hay en el fondo, algo no dicho pero latente. Tampoco puedo decir mucho porque hace años que no le sigo el rastro a una serie, aunque algo me guío por mi hermano, que si está más al tanto. Cuando la palabra sitcom pasó al vocabulario del porteño cool yo también me enganché con varias que ya estaban terminando en su país de origen, llámese Casados con hijos, Mad about you, un poquito de La niñera y la que no creo que sea superada nunca porque era algo más que una sitcom, directamente era un mecanismo visual-auditivo-narrativo perfectamente aceitado: Seinfeld. Una más nueva, y a la que pude seguir episodio a episodio, o casi, fue 3rd. rock from the sun, una muy original, con su grupo de alienígenas tratando de pasar como humanos en cuerpos poco adecuados para sus personas. De los mismos autores que de esta última era Grounded for life, con una familia descendiente de irlandeses, otro grupo extraño en los Estados Unidos, si se quiere, los irlandeses, digo, que vi un tiempo y que también gustaba con jugar con la narración.

Toda esta larga entrada para decir que estaba sin ver nada, y tanto me insistieron con Lost, que lleva más de dos años en el aire, que me alquilé capítulos de la primer temporada. Ante todo se que no se puede ver desde la mitad porque uno se pierde. Y confirmá algo que escuché por todas partes: esta serie es adictiva. Cuando uno ve simplemente un comercial o un aviso gráfico de Lost piensa que se trata de otra historia de náufragos y de sus peripecias para sobrevivir en una isla desierta. Pero es otra cosa. Los expedientes X, por ejemplo,podía tener su club de fans y desenvolvía una intriga sobre que había más allá, sobre cual era la última verdad, pero no creo que se la pudiera calificar de adictiva, en el más pleno sentido de la palabra. En una adicción hay algo inconciente. La serie de Chris Carter si despertaba a los fanáticos por la temática conspirativa, por los extraterrestre o por el simple interés en el terror. Incluso, hasta habría quienes se sentían identificados en las tortuosas y desencontrados amores de Mulder y Scully. Pero eran reacciones más pensadas. Además, la serie tenía sus detractores de siempre, los que no gustan mucho de lo paranormal, que prefieren apegarse más a cierto realismo. Lost, creo, no tiene fanáticos tribales y su público es heterogéneo, tanto como los que habitan de casualidad la isla. También parece haber algo extraño de fondo, algo fantástico; incluso, pareciera que ni siquiera están en un lugar concreto, sino que están soñando. Hasta alguien podría extraer reflexiones metafísicas en tanto es un espacio que sirve para repensar la propia vida, etc, etc, etc. Todo eso contribuye a seguirle el rastro a la serie. Sin embargo, el juego con la narración y el inteligente escamoteo de información es el gancho para su público, una cuestión que no tiene nada que ver con intereses temáticos y si con un dejarse llevar casi inconcientemente. Los autores han tomado algo elemental pero a veces olvidado, la maquinaria narrativa pura del cine, el uso adecuado de tiempo (no es tanto el que transcurre entre capítulo y capítulo), espacio, lo que sabe el espectador y lo que saben los protagonistas, para construir un anzuelo difícil de zafar, más allá de las preferencias televisivas y cinematográficas del espectador. Bueno, el cine en su época clásica, la de los grandes estudios, no hacía otra cosa, generaba films para grandes públicos, y una de las claves era la absoluta importancia que se le daba al andamiaje narrativo; además de las estrellas que ponían la cara, por supuesto.
Por todo esto es que Lost no genera fanáticos, sino que genera adictos. El fanático de Los expedientes X tenía a la serie como un condimento más en su búsqueda y estudio de lo paranormal y de la vida extraterrestre. Los adictos a Lost no creo que se identifiquen mucho con las historias individuales, mucho menos que sientan despertar en su interior el espíritu de la aventura, y aún menos creo que se agoten las ediciones de Robinson Crusoe. Solamente quieren ser espectadores, sorprenderse, dejarse llevar y disfrutar de un juego pocas veces propuesto en la televisión. O queremos, mejor dicho.

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