sábado, julio 28, 2007

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Adelmar Núñez nació cuando Buenos Aires aún era una aldea, en 1859. Este gran ensayista político y cuentista comenzó a publicar en la famosa revista humorística El Mosquito, para pasar, más tarde a colaborar con Caras y Caretas y Páginas de Columba. La claridad de sus exposiciones, su coherencia y su amplitud de criterio fueron las armas que le permitieron tratar con diversas caras del ámbito político, tanto pudo asesorar en materia educativa al gobierno de Carlos Pellegrini como apoyar fervientemente la causa de la huelga del frigorífico La Ubre, en Bragado. Hasta intercedió entre el gobierno y la Unión Cívica durante los sucesos de la Revolución del Parque. Y sufrió la prisión también, durante los gobiernos de Félix Uriburu y Juan Domingo Perón, momentos en los que una gran cantidad de intelectuales, tanto opositores como adictos al régimen de turno, abogaron por su liberación. Sus textos se comenzaron a compilar en 1905. Crisis social e individualismo urbano fue su libro más famoso, también editado en en el exterior y traducido a 5 idiomas. La radio le dio masividad desde sus columnas en Radio La Nación y luego en Radio El Mundo. Se convirtió en el intelectual de la patria, más allá de las banderas políticas. La sencillez en la exposición de sus ideas lo sacó del campo meramente académico e hizo que hasta el más sencillo obrero lo entendiera y lo tuviera como tema de conversación en cualquier café de barrio. Su longevidad lo favoreció en el camino de la fama. En 1956 una grave enfermedad lo tuvo en cama durante 5 meses en en Hospital Francés, tiempo en el que, todos los días, no menos de 200 personas hacían vigilia en espera de su recuperación. Ante la proscripción del peronismo, él se había convertido en un sustituto de esperanza para las masas. Era alguien que les abría la cabeza en su camino hacia la dignidad. Paradojas del destino, justamente, que había confrontado con Perón, aunque años más tarde hubiera una reconciliación.
Y si hablamos de años más tarde es porque llegó 1959 y su centenario. Nuevamente en democracia y con su salud como la de un muchacho de 20, el entonces presidente Arturo Frondizi, junto a funcionarios y eminencias varias, le realizó una cena homenaje en Casa Rosada. La televisión era el nuevo medio y muchos pudieron ver el evento en vivo. También, en 1962, ya con nuevos canales a disposición, Adelmar Núñez tuvo su espacio en Canal 13, aunque sólo duró dos meses. La Nueva Ola de esa década revolucionaria, en todo sentido, lo dejó un tanto de lado. Sus apariciones comenzaron a ralear, aunque su estado mental y físico le permitían hacer de todo a pesar de sus ciento y pico años de edad. Ya nadie lo convocaba para escribir. Quiso reeditar sus libros y no se lo aceptaron. Los viejos ejemplares desaparecieron de las universidades. Su último escrito se llamó País de mierda, pero sólo quedó en borrador. Vio pasar generaciones que nacieron y murieron. Vio como la muerte prematura alzaba a la categoría de mito a muchas celebridades. Adelmar Núñez todavía está vivo, alguien que se convirtió en una leyenda viviente, pero la edad le jugó una mala pasada. Hoy día se arrepiente de no haber muerto más joven o en la cumbre de su carrera. "Una leyenda no puede pasar de largo, debe quedarse petrificado ahí, en el momento de elevación, e irse dignamente a la tumba", escribió el anciano con salud de hierro. No es que haya pasado de moda o que se crea que sus ideas atrasan. Simplemente fue olvidado, en el más llano sentido de la palabra. Nadie conoce ni tiene uno de sus libros, ningún intelectual podría citar una sola línea, no figura en ningún manual de historia ni revista. Incluso él mismo se fue quedando sin un solo ejemplar de nada, con lo cual no puede certificar su propia existencia pasada. Si hay una cierta sensación profunda y legendaria en el imaginario argentino, el regusto de que alguien dijo algo importante alguna vez, pero nadie sabría decir de que se trata.
Adelmar Núñez estaba pensando advertir a las autoridades que en 2009 se viene su 150° cumpleaños, pero ya está viendo que no le van a dar mucha pelota que digamos. Para su próxima vida, luego de reencarnar, ya tiene planeado descerrajarse un tiro en la boca al primer éxito que pegue.

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