domingo, julio 29, 2007

¿Dónde está el frente? (1970)


Cuando la película va promediando, una bomba hace estallar el bunker de Hitler y sus secuaces, quienes, supuestamente, mueren. El artefacto fue provisto por otros nazis hartos de estar en manos de un demente. El que lleva a cabo la misión es Brendan Byers III (Jerry Lewis, actor y director), un multimillonario cansado de su cómoda vida, que busca un poco de acción y arma su propio ejército para intervenir en la Segunda Guerra Mundial. Un cambio radical en la Historia, o una realidad paralela para una fuerza armada paralela.
Una película de Jerry Lewis es una acontecimiento en sí mismo porque son difíciles de conseguir en su gran mayoría, aunque el resultado final no sea tan satisfactorio. ¿Dónde está el frente? tiene un comienzo prometedor, unas cuantas escenas del entrenamiento difíciles de cuajar, con chistes a medio camino, y una segunda parte que se vuelve lo más interesante. Luego de que Byers se disfraza de un importante militar nazi para infiltrarse comienza un show sonoro de gritos y taconear de botas a una idea del humor como crispación de los nervios del otro. La disciplina militar llevada al máximo hasta que parezca un juego ridículo; infinidad de saludos y un protocolo tan estricto que hace que Byers no pueda moverse en su silla sin que sus subordinados amenacen con levantarse. Dentro de lo desparejo del film, esta segunda parte genera su ritmo propio, cortante y en base a un cierto primitivismo en la puesta.
De más está decir que es una película antibélica y que se burla de lo ridículamente macabro del régimen nazi (en la escena de la condecoración directamente los trata de cobardes), pero sin la solemnidad en la que se puede caer con facilidad en el género bélico. No es la historia con su correspondiente moraleja, es la galería gesticular de Lewis al servicio de la molestia. Una historia y un guión que no son de él, en este caso, pero que Lewis le imprime su sello con él mismo como centro de la puesta, incluso con los riesgos que siempre corrió de exceso de egolatría. Su figura llena tanto la pantalla que, incluso, ni nos fijamos que la ambientación está muy lejana a la de los años '40, salvo por los uniformes militares. Es un híbrido sin época. Estamos en los años '70, pero se nos invita a creer que es la Segunda Guerra Mundial.
¿Cuál es la visión que Lewis tiene de la guerra? Que es mala, pero, también, que es un juego caprichoso de unos pocos: Byers, antes de los títulos, está de espaldas, mirando por el ventanal de su enorme oficina, y cuando se da vuelta vemos que tiene un chupete en la boca. Si, también es algo de inmaduros con poder, que es como un mono con navaja. Aunque todo esto puede sonar a lugar común. La figura de Lewis era, para bien y para mal, tan grande, que desbordaba la pantalla y el tema que tratara. Ese mismo millonario aburrido que quiere jugar a los soldaditos es, en definitiva, él mismo, desesperado, con sus problemas a cuestas de adicciones y depresión, que verán la luz sin disfraces en su última película y obra maestra 13 años después: Cracking up. Por eso cualquier película de Lewis es bienvenida, aunque sea un punto bajo, por la búsqueda de identidad y de una forma de presentarse al mundo de sus personajes, así como una forma totalmente diferente de representación de la comedia, justifica su visión.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Despues de leer tu comentario, me cabe preguntar: hemos visto la misma pelicula?

O no entiendes el humor ironico de este film o estas comentando otra pelicula.

Esta es, sin dudas, unas de las mejores peliculas de J.L. y no dicho por mi, sino por los criticos en general.

Saludos y gracias por tus aportes